En un acto que dejó en shock a muchos y que inevitablemente evoca a su difunta madre, Lady Di, el príncipe decidió seguir los pasos de su madre, quien también era conocida por su cercanía y empatía con el pueblo.
La acción, aparentemente inofensiva, desató un debate sobre el cumplimiento de las reglas establecidas para los miembros de la realeza. A diferencia de su esposa, Kate Middleton, conocida por su estricta adherencia a los protocolos reales, el príncipe William decidió complacer al niño y le dio su autografo en un yeso, mostrando así un lado más humano y accesible.
Sin embargo, esta aparente muestra de cercanía con sus seguidores no se puede realizar: Firmar objetos personales como un yeso está terminantemente prohibido para los miembros de la realeza debido a preocupaciones de seguridad y el riesgo de falsificaciones. A pesar de ello, el príncipe William optó por romper esta regla.
Este incidente es otro más que se suma a las numerosas restricciones que rigen la vida de los miembros de la realeza británica y que el principe estuvo ignorando: Desde la prohibición de tomarse selfies hasta la restricción sobre los obsequios que pueden aceptar, la vida real está llena de protocolos estrictos que deben seguirse al pie de la letra para preservar la dignidad y el respeto asociados con su posición.
Para las mujeres de la realeza, las restricciones no se limitan solo a las acciones, sino también a la vestimenta. Desde colores de uñas neutros hasta el largo de las faldas, cada aspecto de su apariencia está sujeto a escrutinio público. Además, se espera que mantengan una compostura impecable en todo momento, evitando muestras de afecto en público y manteniendo una dieta controlada.
A pesar de estas limitaciones, el príncipe William y su esposa, Kate Middleton, continúan desempeñando sus roles con dedicación, cumpliendo con las expectativas y responsabilidades que conlleva su posición en la realeza británica. Sin embargo, este incidente deja en claro que incluso los miembros más prominentes de la familia real no están exentos de cometer errores que desafíen las normas establecidas.