1) Ayúdelo a manejar sus emociones. Es importante pensar con su hijo cuáles son las expectativas o motivos que tiene para adelgazar. Por ejemplo, verse mejor, estar más ágil, usar la ropa que le gusta; evitar las burlas. Si tiene momentos díficiles y está triste o enojado con su cuerpo hágale saber que comer no lo hará sentir mejor ni más contento.
2) Realice comentarios positivos. Exprésele su confianza con frases cómo: “Sé que puede ser difícil bajar de peso pero siento que podés hacerlo”. Felícite lo cuando se empiecen a notar los cambios positivos y cuéntele la experiencia positiva de otros chicos que adelgazaron.
3) Evite comentarios que entorpecen. No lo compare con otros chicos flacos de su edad y evite ridiculizarlo frente a parientes y amigos por su gordura.
4) Tenga cuidado con la exigencia. Es indispensable ser tolerante, respetar sus tiempos y no le pida ni exija resultados inmediatos; siempre valore su esfuerzo.
5) Dígale NO a la permisividad. Es la actitud que suelen tomar tíos, abuelos y algunos padres. Es el famoso “Que coma este poquito total que le va a hacer”. Todos tienen que estar conscientes de que no se trata de un castigo para el niño sino de un beneficio para su salud.