La constipación crónica es un trastorno muy frecuente en el mundo. Por eso muchas personas se acostumbran y evitan la consulta con el profesional médico. Es una problemática que restringe significativamente la actividad laboral y la calidad de vida de quienes la padecen y constituye uno de los motivos más frecuentes de consulta al médico clínico y solo un porcentaje muy bajo consulta al gastroenterólogo.
“No existe un paciente estreñido igual a otro. Cada caso deberá ser evaluado en forma individual. El paciente debe modificar pautas de alimentación y hábitos que le permitan mejorar sus síntomas”, explican desde la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Gastroenterología. Por eso es importante la consulta con el médico para prevenir y arribar al diagnóstico certero.
La recomendación del médico es muy importante en estos casos, no solo para recibir un tratamiento que disminuya los síntomas, sino para evitar complicaciones ya que estos pueden ser una señal de otras enfermedades. La descripción hecha por el paciente es la forma más frecuente de establecer la existencia de constipación, aunque en diversas ocasiones los médicos deben usar criterios objetivos para conocer la etiología y evaluar la severidad.
Es importante resaltar la inclusión de la fibra. Esta se encuentra en todas las frutas y verduras en distintas concentraciones pero el concepto que hay que incorporar es tratar de comer mayor cantidad de las mismas acompañada de mucho líquido.
Medidas a seguir
Para sentirse mejor, debe combinar una dieta adecuada, con ejercicios, control del estrés y un tratamiento específico para cada persona.
Dieta:
El consumo de fibra incrementa la frecuencia de las deposiciones. Incluir alimentos ricos en fibras en la dieta en forma gradual (frutas, verduras, legumbres, cereales de grano integral y semillas).
Consumir productos lácteos fermentados que contengan probióticos, especialmente en pacientes con Síndrome de Intestino Irritable con Constipación.
Mantener una adecuada hidratación (por lo menos dos litros de agua por día) durante todo el año.
Mantener hábitos de dieta saludables (por ejemplo: realizar las seis comidas diarias).
Ejercicio y estrés:
Realizar actividad física a nivel moderado durante por lo menos 30 minutos por día (por ejemplo: caminata).
Aprender y aplicar técnicas de relajación, como meditación.