La alimentación de los chicos está perdiendo calidad no solo porque comen mucho azúcar, mucha grasa y mucha sal, y pocos alimentos frescos y sanos. Despertarlos, vestirlos y llevarlos a la escuela con el desayuno en la mochila, mandarles viandas que los chicos no comen o engullen en el aula para seguir jugando – o por el contrario, que las instituciones educativas no les den el tiempo suficiente a los chicos para comer tranquilos debido a la desorganización son algunas conductas que se perciben y traen numerosos riesgos para la salud de los chicos; no solo presentes, por la mala alimentación, la disminución del rendimiento escolar y la baja de defensas.
Esto además a futuro produce una mayor tendencia al sobrepeso y a la obesidad, porque los chicos se acostumbran a comer apurados y mal. Lo ideal es que los chicos sigan las cuatro comidas, ya sea en las casas o en las escuelas. Que cuenten con 20 minutos para el desayuno, 20 minutos para las meriendas, 30 minutos para los almuerzos y 30 minutos para las cenas.
La importancia de los buenos hábitos
Los cambios de hábitos no siempre son buenos, y seguramente comer tranquilos, sin TV, las cuatro comidas no es lo más común hoy en día para los chicos. El desayuno es una de las comidas básicas, porque los nenes vienen de ocho o nueve horas de ayuno y deben enfrentar el aprendizaje. Si consumen golosinas como alimento, esto les provoca subidas bruscas de azúcar en la sangre que los pueden volver irritables, hiperactivos y hasta agresivos; pero solo por un tiempo, porque enseguida el azúcar baja
y se vuelven desganados. En algunas escuelas ya se han instalado los kioscos saludables pero para que los chicos opten por este
tipo de comidas deben recibir la educación necesaria en su hogar.
Cuando los chicos comen en la escuela, la vianda toma un papel fundamental en la dieta diaria y allí es donde se ve lo que el
chico aprendió en la casa sobre comer bien.
Recuerde que...
- Los niños hacen lo que hacen sus padres. Sea un buen ejemplo para su hijo comiendo de forma saludable. La mejor forma de enseñar buenos hábitos alimentarios a su hijo es comiendo bien. Tome tentempiés nutritivos, coma en la mesa y no se salte comidas. Respete la hora de las comidas, si no tiene tiempo para hacerlo hay que revisar cómo se puede lograr.
- Aunque es de esperar que los chicos traten de convencer a sus padres para que les dejen comer alimentos poco nutritivos, son los adultos quienes deciden qué alimentos entran en casa. Los chicos no se quedarán con hambre porque en su casa no compraron su comida favorita, irán comiendo según tengan hambre. Las golosinas y los snacks no deberían ser cosa de todos los días. Una vez a la semana, en poca cantidad, es razonable.
- Olvídese de la máxima de “dejar el plato limpio”, no insista con que hay que terminarse toda la comida siempre, hay que dejar de comer cuando ya no se tiene hambre. Si un niño aprende a reconocer la sensación de saciedad y a reaccionar en consonancia, es menos probable que coma más de lo que debería.
- Los gustos y los desagrados relacionados con la alimentación se empiezan a desarrollar durante la lactancia. Ofrézcale variedad de alimentos, es posible que necesite darle a probar un alimento nuevo a su hijo en varias ocasiones antes de que lo acepte. Lo importante es no forzarlo para no generar resistencias ni asociaciones emocionales negativas con esa comida.
- No ofrezca postre al chico como recompensa por comer algo que no le gusta, manéjese con frutas como postre, esto ya varía la oferta con la estacionalidad.
- Cuando se utiliza la comida para recompensar a los niños o para mostrarles afecto, ellos pueden empezar a utilizarla como mecanismo para afrontar el estrés u otras emociones negativas. En vez de recompensar a su hijo dejándolo comer alimentos no saludables, abrácelo, elógielo y préstele atención.