Originario de Asia oriental, el ginseng ha sido desde siempre centro de numerosas creencias saludables, en cierta forma relacionadas con su actividad farmacológica. Su propio nombre lo define como la panacea de todos los males, y por esta razón ha sido ampliamente utilizado en la medicina tradicional oriental; desde hace relativamente poco tiempo se ha introducido en nuestra cultura, primero a nivel naturista y después, realizados los estudios pertinentes, la medicina occidental lo ha incluido en preparados reconstituyentes.
Crece en bosques montañosos, lugares húmedos y en penumbra, pero raramente se encuentra en estado silvestre. Sus aplicaciones se derivan de la acción de unas sustancias llamadas genéricamente ginsenósidos o panaxósidos, que también
poseen vitaminas del grupo B y ácido ascórbico (Vitamina C). Asimismo cuenta con polisacáridos que le confieren una acción
estimulante de las defensas del organismo.
Debido a que su actividad no se debe a una única sustancia sino a varias, a la hora de empezar un tratamiento hay que comprobar
que se trate de preparados estandarizados, ya que parte de estas sustancias pueden tener efectos contrarios al deseado.
El mejor revitalizante
El ginseng se utiliza contra la fatiga: física y mental, y no se considera dopping en las competiciones deportivas. Su uso resulta
también beneficioso en personas de la tercera edad, ya que mejora el estado de ánimo. También se recomienda en personas que por su actividad se encuentran sometidas a un estrés diario. Su empleo como afrodisíaco se debe a que es un estimulante del sistema nervioso central y un estimulante sexual.
Preparación y dosis:
Decocción. Se consigue al introducir un gramo de polvo de raíz en un cuarto de litro de agua hirviendo durante tres minutos,
y se puede tomar una taza al día.
Extracto fluido. Un mínimo de quince y un máximo de treinta gotas dos o tres veces al día, durante aproximadamente un mes, y
después un descanso para retomar de nuevo el tratamiento.
Extracto seco. Se emplean desde 200 miligramos hasta un gramo al día.
Polvo de la raíz seca. De 800 miligramos a cuatro gramos al día.
Asimismo existen comercializados multitudes de preparados en forma de cápsulas, ampollas, gotas... con una riqueza más o
menos variable, y por tanto con una mayor o menor efectividad.
- Menta: Tomar una infusión de menta y cola de caballo. Para ello, se utilizarán 30 gramos de menta, 30 gramos de cola de
caballo que se añadirán a ¼ litro de agua recién hervida. Dejar reposar por 5 minutos. Pasado ese tiempo, debe colarse.
- Avena: Para combatir el cansancio y el agotamiento, consuma un reconstituyente de avena. Para elaborarlo, se debe mezclar
unas cuantas cucharadas de avena y leche de avena en una batidora. Si lo desea, se puede añadir un poco de miel.
- Naranjas: Debido a que la falta de vitamina C causa fatiga, se debe preparar diariamente el jugo de cuatro naranjas.
- Vino de hierbas: En un litro de vino tinto se deben agregar 25 gramos de hojas de romero, 20 gramos de hojas de salvia y 20
gramos de miel. Cocinar a baño maría por 20 minutos y luego dejar reposar hasta que se enfríe. Se toma un vasito antes de cada
comida.
- Reconstituyente: Se obtiene el jugo de 25 gramos de manzana, 250 gramos de naranja y 50 gramos de limón y se toma en ayunas. Es un poderoso reconstituyente.