PLENITUD

Cómo envejecer activamente para vivir más

Es un proceso natural e inexorable que a todos, tarde o temprano, nos llega. Sin embargo, hay mucho que podemos hacer para vivir esta etapa de la vida de forma activa, saludable y feliz.

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Escrito en MODA Y BELLEZA el

Habitualmente, asociamos el envejecimiento con la tercera edad, las enfermedades y la discapacidad.
Sin embargo, este es un proceso totalmente natural del ser humano y es parte de su ciclo vital. De acuerdo con el prestigioso gerontólogo internacional Leornard Hayflick “el envejecimiento es la acumulación de un deterioro aleatorio de los pilares sobre los
que sustenta la vida, sobre todo el ADN, determinadas proteínas, los carbohidratos y los lípidos. Empieza temprano en la vida
y, finalmente, puede más que la capacidad del cuerpo de restituir el propio daño que se le inflige”.
 

Sin embargo, aunque las enfermedades parecen inevitables con el paso de los años, estas pueden posponerse si la persona adopta un estilo de vida saludable y se compromete activamente con la vida. De esta manera, el individuo se vuelve capaz de determinar, al menos en parte, su manera de envejecer. 

¿Qué es el envejecimiento activo?

En 1999, la Organización Mundial de la Salud presentó el concepto de envejecimiento activo, que se define como el proceso de optimización de oportunidades de salud, participación y seguridad, con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen. Esto podría traducirse como la promoción de la salud y la prevención de enfermedades, el compromiso activo con actividades comunitarias y sociales, así como el reconocimiento de los derechos de los adultos mayores.
De esta manera, el envejecimiento activo se apoya en tres pilares fundamentales: 

1. Mantenerse físicamente activo 

La actividad física regular reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular, hipertensión, obesidad, diabetes, osteoporosis y demencia. Además, favorece la independencia funcional y mejora la calidad de vida. En la tercera edad, se recomienda –siempre bajo asesoramiento médico– establecer una rutina que incluya:

• Actividad aeróbica durante 20 a 30 minutos 3 a 5 veces por semana. Por ejemplo, caminata, natación, gimnasia en el agua.

• Fortalecimiento muscular (levantamiento de pesas, gimnasio, etc.) 

• Actividades de flexibilidad (ejercicios de estiramiento) 

• Entrenamiento del equilibrio (por ejemplo, Tai Chi). 

2. Llevar una alimentación adecuada 

La dieta mediterránea, rica en fibras y baja en grasas saturadas, es la más adecuada en estos casos, ya que disminuye el riesgo de enfermedad cardiovascular. Para seguirla, recuerde consumir:

• En cantidades abundantes: frutas, verduras, legumbres, frutos secos, aceite de oliva, lácteos descremados, cereales, pan,
pasta, arroz, papa.
• En cantidades moderadas: pescados, aves y vino tinto.
• En pequeñas cantidades: huevos, carnes rojas, alimentos dulces y productos procesados.

3. Mantenerse socialmente activo

Las personas mayores, en general, disponen de mucho tiempo libre que pueden aprovechar según sus condiciones, intereses
y capacidades. Si esto no sucede, pueden relegarse al aislamiento, lo que aumenta el riesgo de depresión, ansiedad y descuido de
su salud. Aprovechar la falta de responsabilidades y horarios es una gran oportunidad para realizar actividades que antes no se pudieron concretar. Algunas ideas son:

• Fomentar la comunicación y los encuentros con otras personas, tanto de la misma edad como de otras generaciones. Asistir, por ejemplo, a clubes de jubilados o asociaciones barriales.
• Participar en talleres o cursos de pintura, literatura, teatro, música, etc.
• Adquirir nuevos conocimientos, hacer un curso de computación o estudiar un idioma.
• Viajar y conocer nuevos lugares.
• Realizar trabajo solidario en alguna institución o parroquia.
• Colaborar con la familia en el cuidado de niños.
• Ejercitar la memoria mediante crucigramas, juegos de ingenio o lectura de libros. También puede resultar útil usar agenda y establecer rutinas.