1- Sea realista. Frente a la sensación de culpa, deténgase y analice. Si aparece automáticamente, quizá sea una respuesta a lineamientos que le impusieron durante la infancia o tal vez responda a exigencias de otro. En este caso pregúntese “¿estoy viviendo según mis propias expectativas?”. Es importante que separe entre las prioridades de otras personas (padres, pareja, amigos) y las suyas propias.
2- Hable. Si cometió un error, cuéntelo; el secreto intensifica la culpa. En cambio poner la equivocación en palabras, hacerse cargo del daño que pudo haber producido, reconocerlo y comunicar su arrepentimiento son acciones que conducen al alivio y a la reparación.
3- Abandone los extremos. Si adquiere una postura más flexible, quizá comience a encontrar indicios positivos incluso en medio de los conflictos. Además verá que todas las personas pueden equivocarse... ¡incluso Usted! . Aprender a notar las diversas facetas de las situaciones y de los comportamientos lo ayudará a abrir la mente y a encontrar soluciones novedosas y creativas.
4- Descubra la raíz de la culpa. La presencia de ciertas creencias irracionales puede estar alimentando este sentimiento. Por ejemplo: una madre siente culpa por estar en el trabajo mientras su hijo sufre un accidente doméstico bajo la supervisión de la cuidadora. La lógica indica que ella no tuvo forma de prever ni evitar el accidente, razón por la que los sentimientos de culpa son infundados. Para eliminar la culpa es útil repartir las responsabilidades asumiendo sólo aquella cuota que le corresponde.
5- Siga adelante. Supongamos que cometió un error y aceptó la cuota de responsabilidad en esa situación. A partir de allí puede sobrevenir el arrepentimiento. Pero si se queda, lo que lo invade es la culpa, quedará estancado en la parte negativa de la experiencia. Para evitarlo, conviene mirar hacia delante y planificar cómo subsanar el daño producido (sifuera posible) o, en todo caso, sacar el mejor provecho de esa vivencia para no cometer el mismo error en un futuro. Sentir culpa no es la solución. La culpa inmoviliza y profundiza un sufrimiento inútil.
6- Acéptelo: errar es humano. Los errores (tanto propios como ajenos), son parte del ser humano, del camino, de la vida. Por otra parte, además de cometer errores, las personas (incluso usted) hacen cosas por las que es preciso sentir orgullo. Escriba una lista de ese crédito que tiene a su favor. Quizá le cueste trabajo anotar los aciertos, sus virtudes.
No desespere. Generalmente quienes sienten culpa habitualmente no han desarrollado la capacidad de ver su lado positivo. Empiece de a poco, deje un anotador a mano. Piense y escriba al menos cinco cosas que hizo que considere loables, aunque sean pequeños gestos; y léalas tan seguido como sea necesario.
7- Actívese. El movimiento es el mejor antídoto contra la culpa. En vez de quedarse tirado suspirando y con dolor de estómago o la garganta cerrada, salga a caminar, a trotar, a tomar sol. Hacer actividad física puede servirle para sacudir el bajón, oxigenar la mente y aclarar las ideas.