Katy Perry terminó este mes de junio un período de tres meses de sobriedad absoluta. La estrella pop sólo se animó a alejarse por completo de las bebidas alcohólicas debido a un pacto con su prometido, el actor Orlando Bloom, quien necesitaba cuidar y cultivar al máximo su físico en el marco de los preparativos de su nueva película.
La intérprete quiso apoyar así a su chico, padre de su hija Daisy Dove, y facilitarle lo máximo posible la tarea, aunque en un principio, llegó a especularse que se debía por problemas de adicción, menos mal, todo quedó en un mero rumor.
"Hicimos ese pacto porque se estaba preparando para una película que está rodando ahora en Londres. Tenía que estar muy centrado, así que yo quise respaldarle ante esa gran oportunidad. Es muy duro hacer algo así, ya sea una limpieza interna o un cambio de hábitos, a menos que tu pareja te acompañe. Haciéndolo juntos, todo resulta más fácil", dijo a People.
Aunque ya no está sujeta a tan restrictivo acuerdo, lo cierto es que Katy Perry sólo se permite estos 'gustos' durante los fines de semana, siempre que no tenga que trabajar o entrenarse a conciencia de cara a sus enérgicos conciertos. A sólo dos años de llegar a los 40, la diva californiana considera que vivir de forma sana y equilibrada es imprescindible para poder compaginar todas sus labores, especialmente las de madre y artista de éxito internacional.
"No bebo durante la semana, aunque algunos fines de semana me dejo llevar un poco. En otras ocasiones es al revés: en el Día del Presidente decidí dar un respiro a mi cuerpo. Suelo tener muy buena relación con el tema del equilibrio. No me gustan esas etiquetas sobre la sobriedad. Para mí, es más bien una cuestión de reiniciarme cuando lo necesito. Me encanta hacerlo, sobre todo ahora que tengo 38 años y tengo que equilibrar la intensidad de mi carrera y ser madre de una niña que no para de corretear", confesó.