La historia de Irma Serrano, 'La Tigresa' llegó mucho más lejos del cine de ficheras por el cuál se hizo famosa, y es que la actriz, política y cantante mexicana tuvo intensos amores de los que todo el mundo habló. Uno de los más sonados, el que tuvo con quien fuera presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz, uno de los más criticados por su participación en la matanza de estudiantes del 2 de octubre de 1968.
Recordemos que el sexenio de Díaz Ordaz comprendió de 1964 a 1970, años en los que la propia Serrano reveló haber tenido encuentros íntimos de manera frecuente con él, por lo que se calificó a sí misma como la amante del fallecido mandatario. Él era casado.
Irma Serrano dio fe de los encuentros que tuvo con Díaz Ordaz en su libro autobiográfico 'A calzón amarrado", ahí, 'La tigresa' reveló que el presidente le regaló una casa en Jardines del Pedregal para tener encuentros y además también la llevaba a Los Pinos.
El intenso amorío entre ambos comenzó casi un año después de la masacre de Tlatelolco cuando el político recibía amenazas por todo lo sucedido.? De acuerdo a lo relatado en el libro 'La Suerte de la Consorte' escrito por la socióloga e historiadora, Sara Sefchovich, mientras que la entonces primera dama y esposa de Ordaz, Guadalupe Borja, se aislaba de su marido al no poder soportar las presiones surgidas por la masacre estudiantil, el presidente aprovechó para iniciar una relación amorosa con Irma Serrano.
Cabe destacar que pese a las constantes críticas que su affair les valió, ninguno de los dos puso mucho empeño por mantener en secreto la relación, lo que sí guardaron para sí, fueron los costosos regalos que el mandatario le hizo a la actriz.
Así era la lujosa mansión que Díaz Ordaz le regaló a Irma Serrano
Uno de los regalos más sonados de Díaz Ordaz a Serrano fue una mansión ubicada en la calle Peñas de la colonia Pedregal de San Ángel. En ella se encontraban varios objetos extravagantes y ostentosos, que no sólo se adaptaban a los gustos de la cantante, sino a lo que el entonces jefe del Ejecutivo podía pagar.
La propiedad daba la impresión de ser una fortaleza, pues gran parte de la propiedad estaba hecha con piedra volcánica y, en otras partes, tenía los ladrillos al descubierto.
La casa contaba con una estatua de un diablo desnudo, una de las características que más llamaban la atención de los invitados. Supuestamente, esta obra estaba tallada en madera del árbol en que el general Gastón Santos colgaba a los que consideraba traidores. Esta pieza habría sido escogida personalmente por Díaz Ordaz y habría sido parecida a la que se encuentra a la entrada del teatro Fru Fru.
Periodistas de la época describían a la propiedad como bohemia, con una gran jardín, donde organizó varios de sus cumpleaños, con una fuente, varias habitaciones, una de ellas dedicada para el servicio y otra ella la dedicó para objetos -como muñecas de porcelana y cristalería- que coleccionaba, y también contaba con una alberca.