Otro libro vino a causar polémica , pero ahora para la dinastía Fernández. Se trata de la biografía no autorizada del Charro de Huentitán, 'El último rey', escrita por Olga Wornat donde menciona acontecimientos que ya trascendieron a los medios de comunicación.
Para los Fernández no todo ha sido éxito y ovación. Como familia vivieron un momento oscuro en 1998 cuando Vicentillo, el mayor de los potrillos, fue secuestrado y mutilado de dos dedos de su mano, no obstante por su rescate pagaron tres millones de dólares.
Luego del trago amargo se supo que la banda delictiva apodada "Los mocha dedos" fueron los responsables de la privación de la libertad del primogénito del cantante Vicente Fernández y algunos de sus miembros fueron encarcelados y condenados a 50 años de prisión.
Para Vicentillo esta experiencia se repitió este año al ser encerrado presuntamente contra su voluntad en una clínica de San Luis Potosí. En la nueva obra se dice que Gerardo, su hermano, tuvo que ver con dicho encierro.
El hermano mayor de Alejandro Fernández estuvo ausente a mediados de 2021, quien ayudó para que fuera liberado fue su novia Mariana. Asimismo nunca se aclararon los motivos de la reclusión pero descartaron que fuera por adicciones.
"Sí, estuve 'recluido', pero no por las razones que dicen y no tengo por qué regresar ni para qué regresar… Lo que viví es una experiencia que no se la deseo a nadie… Cualquier privacidad ilegal de la libertad es un secuestro”, expresó tras su regreso a su casa de Guadalajara.
En la obra de Wornat se menciona que quien tuvo que ver con este evento fue Gerardo Fernández, el hermano de en medio, esto debido a que se estaba haciendo una repartición de bienes y revisadndo otras cuestiones monetarias, por lo que fue la única mabera de mantener alejado a Vicentillo para que no se enterara de los movimientos.
Sin embargo en su momento, se le cuestionó al mayor de los potrillos si él creía que su familia tuvo que ver en su ingreso involuntario al centro de rehabilitación y expresó que lo desconoce hasta el momento y le gustaría saberlo.
“Acepté porque me dijeron que iba a ser un lugar donde iba a poder entrar y salir a la hora que quisiera, pero resultó que aplicaron tanto el reglamento, que el tratamiento que llegan a tener las personas son de 90 días, yo tuve 66 porque hubo la oportunidad de que un paciente informó a Mariana (su novia)”, confesó.